Nacimiento: 28 de diciembre de 1570. Toledo, España
Fallecimiento: 5 de septiembre de 1633. Ciudad de México
Nacionalidad: Española
Lengua materna: Castellano
Inés de la Cruz fue escritora, y fundó el convento del Carmen en la Ciudad de México en el siglo XVII. Inés nació en la ciudad de Toledo el 17 de enero de 1570, de donde se trasladó con su familia a la Ciudad de México cuando tenía catorce años. Inés soñaba con llegar a América para morir mártir, como era común imaginar en los juegos de infancia de la época. Sintió, desde muy joven, la vocación por la vida espiritual, la cual comenzó a cultivar desde niña, cuando aprendió a leer con cuatro o cinco años de edad.
Ya en Nueva España, durante su adolescencia, su padre le enseñó latín. Intentó también enseñarle música, pero Inés se inclinó por la composición musical porque no tenía dotes musicales. Quiso entrar a una comunidad de monjas para seguir el camino del Amor, por lo que ingresó al convento de Jesús María cuando tenía 18 años, en donde sintió el llamado de fundar uno propio carmelita. Después de doce años de gestiones y negociaciones, Inés logró, de la mano de Mariana de la Encarnación, fundar el Convento de Santa Teresa la Antigua el 1 de marzo de 1616, el primero de carmelitas descalzas en la Ciudad de México.
Quiterial estaba consertada de ser monja en un convento de la regla mitigada del Carmen, llamado de la Encarnación, y en acabando de bautizarme, se fue a tomar el hábito, que sólo esto la había detenido:
buen pronóstico de que el señor me prevenía de misericordias para ser suya
Inés buscó la paz, la tranquilidad y el amor en equilibrio con la consecución de asuntos cotidianos que a veces requieren resoluciones áridas. Escribió la crónica de la Fundación del convento [de Santa Teresa la Antigua], el primer libro de nuestra colección y su Autobiografía, en 1629. Inés murió la noche del 5 de septiembre de 1633, a los 73 años.
…alcansó [Inés] consumadamente toda la siencia que pudo saber un maestro de música. No quiso
Nuestro Señor se ocupase en siencia tan terrestre, como son todas las de esta vida, que la ocupaba su Magestad en otra mayor aún desde seglar, y según me decían sus padres y confesores, desde edad de tres años, y así permitió Nuestro Señor que teniendo la plática y ciencia de la música, no tubiese exersicio y prática porque jamás pudo entonar un solo punto (como se dice de San Agustín), de manera que las composiciones que hasía eran tan dificultosas (como ella no las entonaba) que no se podían cantar, con que quedó frustrada toda su ciencia.
Participación del seminario en el encuentro de Humanidades Digitales